Yogur, helado, hamburguesa, bizcocho, batido, tarta… todo sabe mejor con galleta caramelizada. Este ingrediente está en todas partes y no es casualidad: combina con lo dulce, con lo salado… y con lo que le pongas por delante. La edición de hoy viene bien caramelizada.
Origen. Las galletas caramelizadas, conocidas como speculoos en Bélgica y speculaas en los Países Bajos, tienen una larga tradición que se remonta al siglo XVII. Eran elaboradas principalmente para celebrar el día de San Nicolás, el 6 de diciembre, y se caracterizaban por sus formas decoradas, que incluían motivos religiosos, escenas de la vida cotidiana o símbolos folklóricos.
Preparación. Estas galletas se preparaban con una mezcla de especias como canela, clavo, nuez moscada, jengibre y cardamomo. Con el paso del tiempo, se popularizaron en toda Europa del Norte y, más recientemente, en el resto del mundo. Su característica principal es el sabor tostado del azúcar moreno o jarabe caramelizado, que le da ese toque distintivo y ligeramente especiado.
Con el Café. Su textura crujiente y su sabor caramelizado las convierten en el acompañante ideal para bebidas calientes. Este hábito se originó en cafeterías del norte de Europa, donde se sirve una pequeña galleta caramelizada junto al café como detalle de cortesía.
Su sabor tan particular ha conquistado también a reposteros, chefs y marcas que la utilizan como base de tartas, toppings, cremas untables o incluso en platos salados. Lo que empezó como un detalle junto al café, hoy se ha convertido en un ingrediente protagonista.