Cada vez resuena más su nombre, la zafrú se presenta al mundo como una fruta milagrosa capaz de transformar sabores ácidos en dulces.
Y aunque esta baya africana fue descubierta en el siglo XVII por colonizadores europeos es ahora cuando su magia y sus beneficios han despertado un gran interés en el mundo de la cocina. Procede del arbusto tropical Synsepalum dulcificum y pertenece a la familia Sapotaceae. Sus raíces, sus bayas y hasta sus semillas tienen un papel fundamental en la medicina tradicional africana
, y su fruto ha permitido a la gente local consumir alimentos como pan de maíz acidulado, frutas inmaduras, vino de palma o cerveza local, sobre todo, en el caso de lugares donde el agua no es potable.
PARA QUÉ SIRVE: La zafrú
contiene enzimas especiales que interactúan con los receptores del sabor en la lengua, modificando la percepción del gusto. Cuando la proteína que contiene su pulpa (a la que se le atribuyó el nombre de miraculina) entra en contacto con las papilas gustativas, las altera durante una media hora, haciendo que todos los sabores ácidos se transformen en dulce.
Los científicos continúan investigando las propiedades químicas y sensoriales de esta fruta, con la esperanza de desentrañar su funcionamiento a nivel molecular y aprovechar al máximo sus cualidades únicas.
BENEFICIOS:
Quizás el mayor beneficio de esta fruta milagrosa sea para los pacientes diabéticos, quienes pueden disfrutar de un sabor dulce sin incluir el azúcar
en su dieta. Algunos medios también mencionan sus beneficios en el tratamiento del cáncer ya que entre los efectos desagradables del tratamiento suelen estar las náuseas, los vómitos y el constante sabor metálico en la boca, algo que la zafrú a menudo puede mitigar. Al actuar como un “endulzante” bajo en calorías y sin azúcar en muchas comidas, esta fruta es una excelente ayuda en sus esfuerzos por perder peso.
Conociendo ingredientes como estos debemos de sentirnos en un banquete de los de Hogwarts porque desde luego que tomar zafrú debe resultar un auténtico truco de magia.