Con el fin del colegio y del comedor escolar, toca reorganizarse en casa, especialmente en lo que respecta a las comidas. En verano no solo cambian los horarios: también varían las necesidades de los niños. Comen de forma diferente y, con el calor, es habitual que tengan menos apetito.
Cuatro claves básicas:
- Verduras siempre presentes, crudas o cocidas. Si las apartan, ¡ya es un paso!
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Energía con hidratos de carbono: arroz, pasta, patata o legumbres, que no deben desaparecer en verano. Busca un equilibrio entre refinados e integrales.
- Proteína, en su justa medida: carne blanca, pescado (mejor no los grandes azules), huevos, legumbres o frutos secos.
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Frutas de temporada y coloridas, aliadas perfectas en verano.
La hidratación, más importante que nunca: con el calor, los peques se mueven más, sudan más y se deshidratan con facilidad. Para evitarlo, ofréceles agua a menudo y apuesta por alimentos frescos como frutas y verduras, que también ayudan a mantenerlos hidratados. Si son bebés, es recomendable aumentar la frecuencia de tomas de pecho o biberón.
¿Y cómo saber si están bien hidratados? Algunas señales de alerta son: orinar con poca frecuencia, que la orina sea oscura, la boca esté seca, los ojos parezcan hundidos o se muestren irritables sin motivo claro.
Aunque el verano invita a flexibilizar rutinas, mantener una base de hábitos saludables sigue siendo clave. Lo ideal es cuidar la alimentación sin rigideces, pero con algo de organización. Ahora que ya no comen en el comedor escolar, es buen momento para planificar el menú semanal en casa y asegurarte de que haya variedad.
Planifica menús con:
- Legumbres: al menos 2 veces/semana
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Pescado blanco o azul: 2–3 veces/semana
- Carne blanca: 2–3 veces, roja: 1 vez/semana
- Huevos: 3 veces/semana
- Verduras: a diario
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Pasta y arroz: 1 vez/semana cada uno
Durante el verano es normal buscar soluciones rápidas, solo recuerda priorizar las comidas caseras frente a precocinados y embutidos siempre que puedas. Un poco de organización puede ayudarte a mantener una alimentación más equilibrada sin renunciar a la comodidad.
Y sí, el helado es un clásico del verano —¡y también se puede disfrutar en invierno si apetece!—, simplemente, asegúrate de que no sustituya a la fruta en la merienda diaria.
¿No quiere comer? Es normal con el calor.
Es muy común que, con el calor, los peques tengan menos apetito, algo que también nos pasa a los adultos: cuando hace mucho calor, solemos preferir beber antes que comer. Así que si notas que tu hijo come menos durante el verano, no te alarmes.
Lo más importante es no forzarlo a comer. En su lugar, ofrece pequeñas comidas completas a lo largo del día: fruta, leche fresca, batidos caseros... alimentos ligeros, frescos y nutritivos que se adaptan mejor a esta época del año. Evita los zumos y refrescos industriales, que aunque hidratan, pueden quitar el apetito y no aportan los nutrientes que necesitan.
El verano y las barbacoas van de la mano: aire libre, amigos, diversión... ¡Un plan perfecto! Aquí van algunos detalles a tener en cuenta para mejorarla.
Además de carnes, puedes incluir vegetales a la parrilla o pescados, que quedan riquísimos y aportan variedad al menú. No olvides llevar agua, especialmente pensando en los más pequeños, aunque los adultos también necesitan hidratarse bien —y la cerveza no cuenta como sustituto.
La fruta como postre es siempre una gran idea: si está disponible, seguro que alguien se anima a probarla antes del helado. Y no te olvides de las ensaladas u otras formas de incluir vegetales: lo ideal es que la mitad del plato esté compuesto por ellos, incluso en una comida al aire libre.
Así, la barbacoa se convierte en un plan completo: sabroso, divertido, equilibrado y disfrutón para toda la familia.
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