Quemaduras solares, envejecimiento prematuro y enfermedades dermatológicas más graves. Cuidar nuestra piel, especialmente durante el verano, es esencial para mantenerla saludable y prevenir daños a largo plazo. El sol, el calor y la exposición constante a factores ambientales pueden tener un impacto negativo en la piel.
Hoy vamos a abordar el tema del cuidado de la piel desde tres puntos de vista distintos: |
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Los productos cosméticos y farmacéuticos, como cremas solares, hidratantes y antioxidantes, son aliados indispensables para proteger y restaurar la piel. |
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¿Qué factores debemos tener en cuenta al elegir un protector solar? |
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Para lograr una fotoprotección eficaz, es clave escoger el protector solar adecuado. No todos los solares sirven para todo, ni para todas las personas. Por eso, aquí te dejo algunas claves que debes tener en cuenta a la hora de elegir el que mejor se adapte a ti. 1. Fototipo y necesidad de SPF
Lo primero y más importante es entender que no todas las pieles necesitan un SPF 50+.
Este valor dependerá de tu fototipo: los fototipos altos (IV, V, VI – pieles morenas) no necesitan SPF 50; un SPF 30 o incluso inferior puede ser suficiente. En cambio, los fototipos bajos (I, II, III – pieles claras) sí deben usar un SPF 50+.
2. Tipo de radiación solar Cuando en un solar aparece el SPF 50, este valor se refiere exclusivamente a la protección frente a la radiación UVB (responsable de las quemaduras solares y del cáncer de piel).
Sin embargo, existen otras radiaciones como UVA, IR (infrarrojos) o luz azul que también generan alteraciones cutáneas, como el fotoenvejecimiento, las manchas y otros tipos de cáncer de piel.
Por eso, lo más recomendable es buscar fotoprotectores de amplio espectro, que protejan frente a todas estas radiaciones. En el envase debe especificarse frente a qué tipos de radiación ofrece protección, además de la UVB.
3. Textura y tipo de piel Debes buscar una textura que se adapte a tu tipo de piel: -
Piel grasa o con tendencia acnéica: fórmulas ligeras, oil-free y no comedogénicas.
- Piel seca: texturas más hidratantes, que ayuden a mejorar la función barrera.
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Piel sensible o atópica: evitar fórmulas con alcohol denat. o algunos filtros químicos como el octocrileno.
- Piel infantil: se recomienda el uso de filtros físicos como el óxido de zinc o el dióxido de titanio, para evitar irritaciones.
4. Adherencia y reaplicación El mejor protector solar es aquel que te guste usar.
Busca uno con una textura agradable, fácil de aplicar, que puedas incorporar a tu rutina diaria y que te permita usar la cantidad suficiente. Además, debe facilitar la reaplicación cada dos horas si estás en exposición solar directa. |
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¿Qué hacer si te has quemado con el sol? |
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Lo más importante es prevenir la quemadura solar, pero si ya ha ocurrido, es fundamental actuar cuanto antes para calmar, reparar y regenerar la piel. Algunos activos especialmente eficaces para este tipo de situaciones son: - Ácido hialurónico: hidrata intensamente y ayuda a restaurar la barrera cutánea.
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Fotoliasas: enzimas reparadoras del ADN celular dañadas por la radiación UV.
- Ceramidas: refuerzan la función barrera y calman la irritación.
- Pantenol (provitamina B5): con acción calmante, regeneradora y antiinflamatoria.
Consejo extra: aplica los productos sobre la piel limpia y evita la exposición solar directa hasta que la piel esté completamente recuperada. |
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Desde el punto de vista dermatológico, es clave conocer cómo proteger la piel adecuadamente y detectar posibles afecciones. |
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¿Cuándo ves a la gente “cocinándose” al sol, sientes la necesidad de advertirles sobre las consecuencias? |
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Si, por desgracia sigue siendo relativamente habitual “tomar” el sol como acto recreativo y ver personas con quemaduras solares como consecuencia de esto. Como dermatóloga al ver cada día en consulta las consecuencias que tiene, que abarcan tanto la aparición de cáncer de piel, como la esfera del fotoenvejecimiento, siento que aún es precisa la divulgación sobre la fotoprotección. |
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¿Cuáles son los errores más comunes que las personas cometen al cuidarse la piel en verano? |
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Uno de los principales errores en el cuidado de la piel en verano es pensar que éste se reduce al uso de una crema con protección. El pilar de la protección consiste en el uso de protección solar física (gorra o sombrero, gafas de sol y ropa adecuada) y en la evitación de las horas en que la radiación es más intensa. Hoy en día disponemos de aplicaciones móviles que nos permiten consultar este nivel de radiación. Asimismo, a la hora de elegir un protector solar este debe ser de amplio espectro, es decir proteger tanto para la radiación UVB (con un factor superior a 30) como UVA, así como contra la luz visible y radiación infrarroja.
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¿Cómo afecta la radiación ultravioleta (UV) a la piel y qué tipos de daños puede causar a corto y largo plazo? |
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Habría que diferenciar entre los tipos de radiación y el daño que causan: la radiación ultravioleta A (UVA), representa el 95 % de la radiación UV que llega a la superficie terrestre y penetra profundamente en la piel, alcanzando la dermis, de forma que tiene un papel importante en el fotoenvejecimiento. Está presente todo el año y atraviesa vidrios y nubes. La radiación ultravioleta B (UVB), representa el 5 % de la radiación UV, penetra menos que la UVA, afectando principalmente a la capa más superficial de la piel, la epidermis, siendo más intensa en verano y en las horas centrales del día. Es la principal causante de quemaduras solares y daño directo en el ADN, por lo que es la principal responsable del desarrollo de cáncer de piel.
A corto plazo, la radiación UV puede causar: quemaduras solares y reacciones de fotosensibilidad y a largo plazo: aparición de cáncer de piel y fotoenvejecimiento (manchas, arrugas).
Es importante recordar que la piel tiene memoria y que las consecuencias de nuestros hábitos hoy tendrán una repercusión en nuestra piel del futuro. |
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¿Cómo podemos mantener la piel hidratada durante el verano y qué alimentos o hábitos pueden ayudar a mantenerla saludable desde el interior? |
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Cuando pensamos en prevenir el cáncer de piel no solemos pensar en nuestra dieta. Pero la piel también se nutre. Y lo que comemos puede marcar una gran diferencia en su salud, en su capacidad para defenderse frente al daño oxidativo o para recuperarse del estrés solar.
Desde el punto de vista nutricional, el primer pilar es claro: la hidratación. A medida que envejecemos, la piel pierde capacidad de retener agua. En verano, además, las altas temperaturas y la exposición solar intensifican esta pérdida. Por eso, no solo debemos beber suficiente agua (al menos 6-8 vasos diarios), sino también incorporar alimentos ricos en agua como frutas, verduras o ensaladas. Pero hay más. Sabemos que seguir patrones dietéticos como la dieta Mediterránea o la dieta DASH se asocia a un menor riesgo de desarrollar cáncer de piel —hasta un 72% menos en algunos casos— a igualdad de exposición solar. Esto se debe, en gran parte, a su contenido en antioxidantes, fibra y grasas saludables.
Entre los alimentos más beneficiosos para la piel, destacan:
Frutas y verduras ricas en carotenoides: como zanahoria, calabaza, boniato, espinacas, tomate o sandía. Actúan como antioxidantes y ayudan a la piel a defenderse frente a las radiaciones UV. Alimentos ricos en polifenoles: presentes en frutos rojos, uvas tintas, granada, té verde o café. Tienen propiedades antiinflamatorias y protegen el ADN celular.
Fuentes naturales de vitamina C: cítricos, kiwi o pimiento rojo, esenciales para la síntesis de colágeno y la protección frente al daño oxidativo.
Grasas saludables, especialmente omega 3: pescados azules, nueces o semillas de chía y lino, que mantienen la barrera lipídica cutánea.
Minerales como el zinc y el selenio: claves en la reparación celular y la función inmunitaria, presentes en mariscos, huevos, legumbres, semillas y cereales integrales.
Un consumo proteico suficiente: especialmente con presencia de aminoácidos como glicina, prolina o arginina (en caldo de huesos, pescados, frutos secos...), necesarios para formar colágeno y mantener la elasticidad y resistencia de la piel.
No podemos olvidarnos de mantener unos niveles adecuados de Vitamina D (sí, la vitamina del sol). Una exposición solar controlada y prudente, algunos alimentos como los pescados azules o huevos y una suplementación adecuada nos ayudará a protegernos frente a esta enfermedad.
Es importante tener en cuenta que el uso excesivo de suplementos (vitamínicos o de colágeno) sin supervisión puede no solo ser innecesario, sino incluso contraproducente en algunos casos. La prevención pasa por una alimentación equilibrada y personalizada, basada en alimentos reales y variados.
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¿Qué recetas recomendarías para llevar a la orilla de la playa? |
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Para un día de playa, prueba esta idea de ensalada veraniega:
Lentejas cocidas, bonito en conserva, tomates cherry, zanahoria rallada, pimiento rojo, cebolla morada, perejil fresco y semillas de calabaza aderezada con zumo de limón, aceite de oliva virgen extra y un toque de pimienta negra. De postre: un puñado de arándanos con unas nueces.
Esta combinación fresca nos hidrata y aporta polifenoles, fibra, proteínas, vitamina C, carotenoides, zinc y omega 3. Eso sí, recuerda mantenerlo bien refrigerado en una nevera con hielo y consumirlo cuanto antes para evitar riesgos por el calor.
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