Con el cilantro no hay punto medio: o lo amas, o lo odias. Mientras en México no se concibe un buen guacamole sin un buen puñado de cilantro fresco, hay quien no puede ni probarlo, pero y esto, ¿por qué? La respuesta está en los genes, te lo contamos.
¿QUÉ ES EL CILANTRO? El cilantro (Coriandrum sativum) es una planta originaria de regiones del sur de Europa, África del norte y Asia occidental. Se utilizan tanto sus hojas como sus semillas, aunque tienen sabores diferentes. Es un ingrediente estrella en cocinas tan variadas como la india, la mexicana o la tailandesa. En España, su uso ha ido en aumento, aunque todavía genera debate. Hay quien lo ve como el toque perfecto de frescor en una receta, y hay quien lo siente como si se hubiera metido en la boca una pastilla de jabón.
¿POR QUÉ SABE A JABÓN? La ciencia tiene respuesta: la culpa la tiene un gen, el OR6A2, que está especialmente afinado para detectar aldehídos, compuestos presentes tanto en el cilantro como en algunos productos de limpieza. Este gen se asocia con una percepción olfativa más aguda hacia estos compuestos, por eso hay personas a las que el cilantro les sabe a jabón, detergente o incluso perfume rancio. Esta aversión es más frecuente en personas de origen europeo. De hecho, según algunos estudios, hasta el 21% de la población de Europa del Este tiene esta sensibilidad. En cambio, en países como México, India o Tailandia, donde el cilantro es un básico, este porcentaje es mucho menor. Así que si el cilantro te sabe raro, no es que tengas mal gusto… son tus genes.
PROPIEDADES. Más allá del drama del sabor, el cilantro es una auténtica joya nutricional. Esta hierba contiene aceites esenciales con propiedades antiinflamatorias y antioxidantes, además de ser rica en vitaminas A, C y K, y minerales como el hierro y el calcio. También se ha relacionado con beneficios digestivos, ayudando a reducir el colesterol malo y a mejorar los niveles de glucosa en sangre. Por si fuera poco, se le atribuyen efectos depurativos, capaces de ayudar al organismo a eliminar metales pesados como el mercurio y el plomo. Y masticar cilantro puede refrescar el aliento... siempre y cuando no te sepa a jabón.