La dieta del metabolismo acelerado, diseñada por Haylie Pomroy, promete perder hasta 10 kg en 28 días mediante la alternancia de macronutrientes en tres fases semanales:
Fase 1 (Días 1-2): Alta en carbohidratos y frutas, baja en grasas, acompañada de ejercicio cardiovascular moderado.
Fase 2 (Días 3-4): Rica en proteínas magras, muy baja en carbohidratos y grasas, junto a entrenamiento de fuerza.
Fase 3 (Días 5-7): Alta en grasas saludables, moderada en carbohidratos y proteínas, con actividades relajantes como yoga o pilates.
Aunque promueve hábitos saludables, como limitar ultraprocesados y fomentar el ejercicio, presenta varios puntos conflictivos. Uno de los mayores problemas es su mensaje de pérdida rápida de peso. Sin embargo, no especifica si la pérdida proviene de grasa o masa muscular, lo cual es crucial. La pérdida de músculo ralentiza el metabolismo y dificulta el mantenimiento del peso a largo plazo.
Además, la reducción de proteínas en la Fase 1 contradice evidencias científicas, ya que este macronutriente no solo es clave para preservar la masa muscular, sino que tiene un efecto termogénico superior al de grasas y carbohidratos (la digestión de las proteínas “quema grasa”). También ayudan a controlar el hambre y mantener la saciedad. Otro punto discutible es la exclusión del café, conocido por su efecto termogénico, y la insistencia en realizar cinco comidas al día, pese a la falta de evidencia de que esta frecuencia sea superior a tres comidas bien balanceadas.
En lugar de seguir dietas rígidas que excluyen grupos alimentarios, es fundamental adoptar una alimentación individualizada que potencie el gasto energético y se adapte a las necesidades específicas de cada persona. Cada organismo es único, y ningún plan puede ser universalmente efectivo. La clave está en estrategias sostenibles que promuevan el autocuidado integral y la salud a largo plazo.