El 17 de diciembre de 1966 el cuerpo de Walt Disney fue incinerado y enterrado en el cementerio de Forest Lawn en Glendale, California. Sin embargo, poco después de su muerte, comenzó a circular la “leyenda” de que podría seguir vivo. Al parecer, algunos aseguraban que Disney estaba congelado y escondido en las profundidades del parque de atracciones de California. Quizás las personas que alimentaron esa historia solo querían aplazar el duelo; nuestro afán por conservar lo que más apreciamos es algo milenario. La conservación de alimentos también.
EL GRAN INVENTO: La primera nevera eléctrica llegó al mercado estadunidense en 1918, consistía en un armario de madera, un compresor que enfriaba agua con ayuda de un líquido refrigerante, dos bandejas de hielo y un cajón para almacenar. En Europa se comercializó en 1931 y no fue hasta 1952 cuando comenzó a venderse en nuestro país. La nevera llenó nuestro hogares y nos cambió la vida para siempre.
PLATOS CONGELADOS: En la actualidad, los productos congelados han sido un refugio para muchos consumidores frente a la subida del precio de los alimentos. Pero,¿cuándo los consumimos por primera vez? Los primeros platos congelados se sirvieron en 1945 a los pasajeros de las líneas aéreas estadounidenses. Los años 60 supusieron su impulso definitivo debido a que los consumidores comenzaron a comprar más alimentos congelados al ver que los astronautas que viajaron a la luna en 1969 los consumían.
Y aunque la creencia popular tiende a pensar que los productos congelados son menos nutritivos que los frescos, los especialistas en alimentación y salud nos advierten de que se trata de un mito más sobre alimentación.
NO SON ETERNOS: Nos encanta poder cocinar nuestro plato favorito y consumirlo en semanas, pero debemos ser conscientes de que los alimentos congelados también tienen fecha de caducidad. Para que nos hagamos una ligera idea y a pesar que las condiciones de congelación también condicionan la conservación, no es aconsejable dejar ningún alimento más de un año en el congelador.
Los congelados han cambiado nuestra forma de ver la temporalidad de los alimentos, han creado vínculos familiares vía túper y nos han aportado nuevas formas de entender la cocina y también las sobras.