Crujiente por fuera, tierno por dentro y con ese inconfundible sabor a chocolate. El brownie es uno de esos postres que parecen estar siempre ahí, lo vemos en todas partes. Comparte día con los churros, como a ellos ya les dedicamos una edición el año pasado junto a Maheso, este año le toca al brownie.
ORIGEN. Como casi todos los grandes descubrimientos de la cocina, el brownie nació por error. Hay varias versiones del origen, pero la más aceptada es que un pastelero olvidó añadir levadura a un bizcocho de chocolate. El resultado: una masa baja, densa, jugosa... y sorprendentemente deliciosa. Este descuido ocurrió en algún momento a finales del siglo XIX en Estados Unidos, aunque la receta no se publicó oficialmente hasta 1896 en el libro “Boston Cooking School Cook Book” de Fannie Farmer.
POR QUÉ SU NOMBRE. Su nombre no viene de una receta antigua ni de una señora llamada Brownie. Simplemente se llama así porque es marrón = brown. Otra curiosidad es que en sus primeras versiones no llevaba chocolate sólido ni levadura, solo cacao en polvo.
NUECES. Aunque hoy en día podemos encontrar brownies con todo tipo de añadidos, como trozos de galleta, pistacho y dulce de leche, el acompañante clásico e inseparable ha sido la nuez. Además de aportar un contraste crujiente, su sabor equilibra la intensidad del chocolate y mejora la textura.