El 2 de mayo se celebra el Día de la Comunidad de Madrid, y si hay un protagonista indiscutible sobre la mesa, es el cocido madrileño. Un plato que no entiende de prisas, ni de platos únicos, ni de sobremesas cortas. Porque si algo tiene claro un buen cocido es que te conquista
en tres tiempos. Y a dejarte frito en el sofá después.
Cocido Madrileño. Es uno de esos platos que huelen a domingo, a sobremesa larga y a receta heredada. De preparación lenta y origen casero, se convirtió en emblema de Madrid a través del boca a boca y la cuchara a cuchara, evolucionando desde las casas humildes hasta los restaurantes más clásicos de la capital. Hoy en día, sigue ocupando un lugar central en muchas mesas madrileñas.
Los tres vuelcos. No, no hablamos de caídas. Hablamos de una liturgia gastronómica con todas las de la ley. El cocido madrileño se sirve por partes, como mandan los cánones:
Primer vuelco: la sopa
El caldo en el que se ha cocido todo se transforma en una sopa dorada con fideos finos. Es lo primero que llega a la mesa, para abrir boca… y calentar el cuerpo.
Segundo vuelco: los garbanzos y verduras
Entran los protagonistas: los garbanzos, patatas, repollo y zanahoria. Tradición pura en cada cucharada.
Tercer vuelco: las carnes
Tocino, chorizo, morcillo, gallina, hueso de jamón… Aquí se decide quién aguanta y quién se rinde. Un auténtico festival de proteínas y sabor.
En algunos lugares, se sirven los tres vuelcos a la vez; en otros, uno tras otro. Pero todos coinciden en que es una experiencia completa, no solo un plato.
El post cocido. Dicen que si no hay siesta después, no era cocido madrileño. Y es que este plato no se come, se vive. Lo ideal es disfrutarlo en familia o entre amigos, sin mirar el reloj, disfrutando de este plato típico de nuestra Gastronomía.