Hace unas semanas, en el conocido programa de televisión Espejo Público, la presentadora Susana Griso reveló que tomaba testosterona. Lo hizo en pleno debate sobre el uso de esta sustancia que se ha convertido según muchos en “la hormona de moda”. Un informe del Centro de Control y Prevención de enfermedades (CDC) de 2013 ya indicaba que el 7% de los estudiantes de secundaria en EE.UU. había consumido suplementos de testosterona sin prescripción médica al menos una vez, lo cual plantea preocupaciones significativas para la salud pública. De hecho, a la luz de sus supuestos efectos positivos su venta ha aumentado considerablemente en España, pero ¿cuáles son las funciones de esta hormona? ¿Y no era solo cosa de hombres?
TESTOSTERONA: Asociada por completo al ámbito sexual y a la población masculina, la testosterona es una hormona que también se encuentra presente en la fisiología de la mujer y es esencial para mantener tanto su bienestar como una buena salud. De hecho esta hormona se produce tanto en los testículos de los hombres como en los ovarios de las mujeres. Eso sí, a diferencia de los estrógenos y la progesterona (dos de las hormonas femeninas), los niveles de testosterona en el cuerpo de la mujer son diez veces menor que en el de los hombres.
FUNCIONES: Unos niveles correctos de testosterona no solo se relacionan con un buen rendimiento sexual –tanto en lo que respecta a las erecciones como a la libido, la calidad de los espermatozoides y, por tanto, la fertilidad–, sino que mejoran la concentración, la memoria y la salud cardiovascular, reducen la fatiga, además de prevenir la anemia, la osteoporosis, la diabetes tipo 2 y los accidentes cardiovasculares, entre otros beneficios. La testosterona provoca, además, un incremento en la formación de proteínas, especialmente en los huesos y músculos, de manera que aumenta la masa muscular, de ahí que en el mundo de la competición deportiva se use con fines anabolizantes. Esto lo explica realmente bien la endocrina Isabel Peña en el famoso podcast de Jordi Wild.
FALTA: La pérdida de deseo sexual, la fatiga, la ansiedad, la depresión y el aumento de peso son algunos de los claros síntomas de la deficiencia de esta hormona en los hombres. Sin embargo, son muy pocos los pacientes que conocen los problemas que puede ocasionar en el cuerpo de la mujer la falta de testosterona. Su producción procede, principalmente, de los ovarios y las glándulas suprarrenales, lugares donde se pueden manifestar los primeros síntomas de esta deficiencia, que puede resultar en disminución de la libido, cambios de humor, debilidad muscular, fatiga y trastornos del sueño.
Por cierto, algunos alimentos se referencian como “promotores” de la producción de testosterona, así que apunta en la lista de la compra: ostras, huevos, carne de res, ajo y brócoli. Pero ojo, tan mala es la falta como el exceso: según un estudio en Nature Medicine, tener niveles altos de esta hormona incrementa el riesgo de desarrollar cáncer de mama y endometrio en mujeres y de próstata en hombres. La fertilidad, el deseo sexual, la energía, la concentración, la memoria, hay muchos procesos que son cuestión de testosterona.